El análisis que publicamos en este artículo es fruto (necesariamente un resumen) del estudio de perspectivas económicas a corto y medio plazo que cada año realizamos en Eureka! para nuestro propio uso interno. Es decir, es la reflexión que hacemos para tomar nuestras propias decisiones de inversión y contratación en la compañía.

Para ello, complementamos fuentes propias (nuestros propios estudios de mercado y los estudios sociológicos que llevamos a cabo todos los años) con otras fuentes externas especializadas, de las que mencionaremos algunas: los estudios de mercado del ICEX y los informes periódicos que publica el BBVA, los informes de coyuntura y perspectivas que publica Caixabank de coyuntura macro, informes del observatorio económico de Universidades como la Francisco de Vitoria o el portal del emprendimiento de la ULPGC, los datos de la fundación Rafael del Pino, los que publican sindicatos de trabajadores y CEOE. Otras de las fuentes de información públicas que utilizamos son aquellas disponibles más actualizadas: INE y Banco de España, ISTAC específicamente para Canarias, BCE, etc …. Y, por supuesto, toda clase de prensa económica, opiniones de expertos como Daniel Lacalle, Juan Domingo Soriano o Juan Ramón Rallo …

Tranquilos, no vamos a hacer un despliegue de gráficos. Queremos reflexionar sobre los datos, no recrearnos (perdernos) en ellos. Pero sí que es necesario plantear un escenario actual y para ello vamos a ver primero unos datos en frío.

El escenario económico actual

Los datos que se acaban de publicar por parte del INE indican que el PIB de España creció el pasado año 2023 más de lo esperado, situándose en el 2,5% anual. De hecho, nuestra economía es de las pocas que aún crece en Europa, arrojando el tercer trimestre un inesperado crecimiento del 0,6% respecto al trimestre anterior en volumen. Hablamos de que se ha alcanzado un nuevo máximo histórico, de 1,462 billones de €, viniendo de una gran recesión económica debida al COVID 19. Los estudios de mercado del ICEX nos señalan que en términos comparativos, el sector exterior se está convirtiendo en menos atractivo por la incertidumbre causada por la guerra de Ucrania, los tambores de guerra que suenan en Europa, el estancamiento en el crecimiento chino, los problemas en Israel – Mar Rojo y el Canal de Suez.

También el INE nos ha ofrecido (y así ha aparecido en prensa) otros datos esperanzadores y positivos para nuestro país: la población residente aumentó en 118.000 personas en el último trimestre, la remuneración de los asalariados ha crecido un 8,8%, el número de ocupados ha crecido, incluso en Febrero de 2024 , en un trimestre que suele arrojar datos negativos de empleo históricamente. El Ibex 35 está también en su máximo histórico, con 10.887 puntos a fecha del 8 – 04 – 2024 ya muy lejos de los 6600 puntos que marcó en Octubre de 2020.

En cuanto a factores externos, España, además, va a co – alojar el próximo mundial de fútbol de 2030, con la consiguiente inversión en infraestructura, el impulso positivo en imagen y el más que previsible incremento de las visitas de turistas (y de ingresos extraordinarios) a los países organizadores. Hay que añadir otros datos que invitan al optimismo y que no dependen directamente de nosotros: la escalada de los tipos de interés en Europa parece que va a frenarse, afectada la decisión del BCE por la coyuntura económica negativa en Alemania. Y esto aflojará la presión hipotecaria sobre los consumidores y sobre el coste de financiación de las entidades públicas. El resto de la escena internacional viene marcada por la guerra de Ucrania y la conformación de bloques en el mundo: parece que volvemos a la bilateralidad.

El Gobierno actual no ha perdido tiempo en hacerse eco de todos estos datos favorables, atribuyéndose gran parte del éxito. Todo parece estar bien, el escenario que dibujan desde las instituciones públicas y los organismos oficiales es triunfalista. Pero, ¿nos encontramos ante un espejismo? ¿Están los agoreros y los cenizos apostando por una crisis económica que nunca llegará? Y a nivel práctico, ¿por qué, según todos los expertos, estamos en un mal momento para invertir en la economía real de España?

Previsiones de la deuda publica en España de la Airef

Previsiones de deuda sobre PIB en España. Fuente: Airef. Aquí el artículo completo

Antes de comenzar a reflexionar, un trabajo previo sobre nosotros mismos.

Los economistas solemos cometer pecados recurrentes. Uno de ellos, muy extendido, es el pesimismo: todo va a ir a peor, aparentemente. No hay dato positivo que no pueda ser contrarrestado por otro negativo que lo empañe. Para un economista, los nubarrones en el horizonte siempre auguran tormenta.
Otro de nuestros pecados es el exceso de cautela, fruto de que sabemos que el dinero es miedoso, siente aversión al riesgo. Y los economistas también: las sombras de las amenazas potenciales nos asustan fácilmente y la prudencia es un valor positivo en muchos de los círculos académicos y de inversionistas. La combinación de los dos pecados mencionados hasta ahora es letal y lleva al inmovilismo y a una toma de decisiones que trae aparejados resultados mediocres. Por que sólo el que se arriesga obtiene beneficios que merecen la pena.
Y, aunque podemos identificar otros pecados, creemos que el último a reseñar y, quizás el peor de ellos, es la utilización partidista y política de la economía y de la información relativa a la misma. Los datos económicos publicados son el caballo de batalla de Gobierno y partidos políticos, oposición y partidos que apoyan al gobernante. Distinguir lo que es pura propaganda de información veraz es un trabajo agotador y difícil, que implica ponerse en posiciones centrales, ser crítico, descartar muchos indicios y esforzarse en no dejarse llevar por nuestra propio sesgo político.

Es por ello que hacemos todos los esfuerzos posibles para evitar que estos pecados originales nos afecten cuando realizamos estudios de mercados, aconsejamos sobre una inversión o simplemente tomamos decisiones financieras que nos afectan. Así que desde esa perspectiva trabajamos hoy, evitando los sesgos en la medida de lo posible. Conscientes de que la información que manejamos tiene tendencia al pesimismo y marcada aversión al riesgo. Y que, además, ha sido a menudo manipulada para confirmar una u otra agenda ideológica.

Es el peor momento para invertir en España. Análisis macroeconómico.

Porqué creemos que no es buen momento para invertir / hacer negocios en España.

¿Por qué entonces estamos, a día de hoy, recomendando a nuestros clientes que tengan mucho cuidado al invertir en España? ¿Por qué la inversión en los BRICS puede ser más interesante hoy, a pesar de todos los riesgos que entrañan? ¿Por qué la inversión extranjera en nuestro país, que en 2023 se contrajo un 20% (el peor dato desde la pandemia), no hace sino contradecir todos los datos positivos que hemos reseñado más arriba?. Veamos algunos argumentos que apoyan esa tesis:

  • Nuestros estudios propios indican que la confianza empresarial y las perspectivas de consumo gasto y endeudamiento de los consumidores están a la baja y no se recuperan. La inflación no ayuda, y factores endémicos, como la inestabilidad de los puestos de trabajo y el carácter estacional del empleo, tampoco. Según datos del INE, el 18,6% de los empresarios considera que el próximo trimestre de 2024 será favorable frente al 20,2% que es pesimista.
  • Hay elementos que influyen en la confianza empresarial que dependen sólo y exclusivamente del propio bien hacer de las instituciones públicas. Mencionábamos cómo el ruido político hace que los datos no sean fiables, que se utilicen de modo partidista, que se oculten o se manipulen. La politización de los datos nos está dañando porque nos impide tomar decisiones. Y daña la imagen del país y de las instituciones. Ningún inversor va a confiar en un país en el que su propio Gobierno ha de corregir (cada dos por tres) los datos del PIB o que publica datos de desempleo que ocultan a uno de cada cinco de los parados en España. Mención aparte merece el CIS, que ha perdido credibilidad a marchas forzadas durante esta legislatura por su marcada utilización política.
  • Mencionamos ahora el gran elefante en la habitación: los precios suben, hay inflación, algo más moderada que en 2022 y 2023. Concretamente del 3,2% en marzo de 2024. Desde que comenzó 2024, la acumulada es del 1,3%. Según Funcas, la inflación subyacente observada en Enero del 2024 ya era del 3,6%. Aquello que sería un dato alentador si se produjera de forma ordenada o sectorial es un drama cuando se produce de manera generalizada. Y las medidas que se planean para contrarrestarla (precios máximos al alquiler, por ejemplo) son inútiles.
  • España es un país de vocación exportadora, con escaso acceso a materias primas que importamos en su mayoría. Pues bien, las cadenas de distribución tanto de las materias primas como de los productos manufacturados se han visto afectadas por sucesos exógenos, como las guerras y las amenazas al comercio en el canal de Suez o la sequía en el canal de Panamá. Además, la subida de precios interna también ha afectado a la competitividad de nuestros productos y servicios, que son más caros y menos atractivos en mercados determinados como el hispanoamericano, el otro gran mercado para España junto con el Europeo.
  • Relacionado con el punto anterior hay que indicar que nuestros clientes principales, los mercados extranjeros europeos, hacia los que se dirige entre el 35% y el 40% de nuestras exportaciones, se encuentran en estos momentos en problemas económicos. Alemania, uno de nuestros clientes principales en Europa (10,44% de nuestras exportaciones), sigue lastrada por la crisis energética generada por la guerra de Ucrania. Francia ha evitado el problema energético que sufre Alemania gracias a la energía nuclear, pero afronta sus propios problemas sociales y ha sido especialmente afectada por las subida de tipos de interés del BCE y por la inflación. Italia, otro de nuestros mercados de exportación de referencia (entre el 8 y el 9% de nuestro mercado exterior), lleva años en situación económica difícil y su problema con la deuda pública es similar al nuestro. Con una Gran Bretaña que todavía se encuentra bajo los efectos del Brexit y que se va cerrando en sí misma. Todos ellos son, además, nuestras principales fuentes de turistas, el verdadero motor de nuestra economía. No están en su mejor momento.
  • La legislación y la política españolas se están convirtiendo en un problema para la economía real. El atasco en el Parlamento no sólo impide que se tomen medidas necesarias y urgentes (energía, transporte, infraestructura, reforma del sistema de pensiones, DEUDA… por sólo mencionar algunos), sino que además el gasto político crece sin cesar. Existen sectores enteros que no se pueden desarrollar por normas anticuadas y de máximos ideológicos, como la minería (incluida la submarina) y la energía, con un veto claro hacia la nuclear en un entorno de escasez de gas. Y de la UE nos llega legislación que lesiona nuestros intereses en campos como la agricultura, sin que nuestros políticos se hayan puesto de acuerdo para luchar por su defensa.
  • Relacionado con el punto anterior, la inestabilidad del propio país es un factor difícilmente cuantificable, pero que indudablemente influye. La polarización de la sociedad y las amenazas del nacionalismo están afectando a la inversión en regiones enteras como Cataluña.
  • Durante 2023 se produjo una contracción de la economía privada, que llevó a España a momentos en los que sólo el gasto público (en parte innecesario y de carácter político), mantuvo a la economía nacional. El gasto público se ha articulado en forma de pensiones, subvenciones, ayudas al desempleo y a sectores no productivos, inversiones de la SEPI en empresas privadas (Movistar), rescates (de empresas públicas como Correos, pero también aerolíneas) … Pero sobre todo, se ha incrementado la contratación de personal en el Estado y de otras administraciones públicas. En lugar de luchar por su modernización y tecnificación, se le ha ido convirtiendo en una institución arcaica, lenta, ineficiente y muy cara.
  • En parte el incremento del gasto público se ha realizado con cargo a una importante subida de impuestos a la clase media y a las empresas, que aún estaban recuperándose de la recesión de la pandemia COVID 19. Pero ese incremento en los impuestos no es suficiente para cubrir el gasto público y se ha incurrido de forma recurrente en déficit público y en una deuda pública creciente. Quizás no en porcentaje sobre el PIB, pero sí en forma cuantitativa. Esto traerá consigo futuras subidas de impuestos a aquellos que sí pueden pagarlos (o no tienen alternativa), que los inversores quieren evitar.
  • Los índices de pobreza han crecido en todos los órdenes, pero sobre todo en el caso de la pobreza infantil. Y el consumo de muchas de las familias más pobres no se ha desplomado por que se está financiando a crédito. En cuanto suban los tipos de interés, el modelo de gasto de los menos pudientes se hará insostenible. Y las subidas de salario registradas no compensan la caída del poder adquisitivo por la inflación. En el caso de la clase media y alta, el consumo se ha restringido y las personas están ahorrando a pesar del entorno inflacionario. Es decir, el valor de sus ahorros se reduce.
  • PIB deflactado refleja que España, tras muchos años como aportante a los fondos europeos, ha perdido puestos en comparación con otras naciones europeas. De hecho, hoy podría ser receptora de fondos de nuevo. Es decir, nuestra situación se ha deteriorado tanto comparándolo con los actores económicos de nuestro entorno que volvemos a estar bajo la media de las economías europeas. Eslovenia, Polonia, República Checa, Estonia, Lituania… son economías que en PIB per cápita nos han adelantado en los últimos 3 años.
  • En España, sólo mejoran su capacidad adquisitiva… las personas mayores, los jubilados y los pensionistas. Los aún productivos ven mermada su capacidad de compra vía impuestos y pérdida del valor de la moneda. Mientras que los no productivos, en número cada vez más creciente, mantienen y mejoran sus ingresos. La pensión media sube un 5% anual en media, mientras que el número de pensiones crece a un ritmo interanual del 1,2%. Y se financian vía impuestos, por lo que antes de quebrar, el sistema empobrecerá aún más a los productivos.
  • La consecuencia del punto anterior en parte explica el porqué casi 500.000 jóvenes abandonaron España en 2023, apenas compensando las entradas de personas inmigrantes a nuestro país. La mano de obra de reposición está menos cualificada, trae consigo más problemas de integración, tienen que ser a su vez formados y son menos productivos. Muchos de ellos tienen el carácter de ser ilegales, es decir, se colocan fuera del sistema de manera temporal.
  • Economía sumergida en auge. Y sensación de que el dinero negro está influyendo decisivamente en sectores económicos completos, creando distorsiones importantes. Por ejemplo, en forma de competencia que no es real, que realizan labores de dumping. No son sino centros de lavado de ese dinero negro / empresas pantalla. La influencia y presencia del dinero negro se hace más evidente cuando la presión fiscal es alta, como el momento actual. Los ejecutivos nacionales y el europeo desean luchar contra ello con un aumento de la vigilancia fiscal, medidas de restricción al movimiento de dinero y transferencias y, finalmente, con la introducción del Euro Digital. Recomendamos este artículo especial de El Mundo sobre el dinero negro para aquellos legos en la materia.

Y sin embargo, existen aún áreas completas de la economía que no están siendo afectadas por los malos datos e incluso crecen: los funcionarios y trabajadores del Estado mantienen su poder comprador , así como los pensionistas. Las grandes empresas del IBEX, favorecidas por la legislación y el gasto público, muestran valores máximos históricos en la bolsa. El sector inmobiliario está creciendo y tiene perspectivas positivas para 2024, aupado por su carácter de valor refugio para el dinero y por la escasez relativa de vivienda en las grandes ciudades (cierto, a veces, se trata de una escasez forzada por una legislación restrictiva y ya parece que existe una cierta burbuja especulativa). La economía financiera del país ha crecido y los fondos de inversión están consiguiendo rentabilidades récord. Sectores como el de la energía renovable , el coche eléctrico, la economía verde o la digital, el mundo del deporte y otros subvencionados por el Estado y por la UE siguen creciendo y atrayendo inversión y empleo. Servicios como el sector sanitario, los destinados a personas mayores, los servicios digitales, los productos aeronaúticos o el turismo, nuestro campeón nacional, mantienen el tipo y crecen: se han mostrado competitivos a nivel internacional y, en el caso del turismo, lucha con nuevos destinos de tú a tú (ejemplo, Arabia Saudí). Otros, como el sector de la automoción, requieren de cierta reconversión para adaptarse a los nuevos tiempos eléctricos.

Es buen momento para invertir en España?

Vale, muy bien. PERO DINOS YA ¿ES BUEN MOMENTO PARA INVERTIR EN ESPAÑA?

El panorama que dibujan estas conclusiones para la economía real es muy difícil, con perspectivas negativas que asustan a los inversores extranjeros y nacionales. Dos tercios de los españoles creen que su situación económica no mejorará en los próximos 6 meses. Como comentábamos, en los negocios las expectativas son fundamentales, el dinero es asustadizo y el empresario siempre mira al futuro. Valores refugio, como el oro o los bienes raíces, están en valores máximos. La pregunta que nos hacemos es hasta cuando el gasto público podrá seguir financiando el crecimiento del país. O si la UE no tomará medidas contracíclicas para apoyar a las economías europeas con problemas, como la alemana, lo que nos beneficiaría indirectamente a España. En general, los mercados tienen un exceso de dinero, fruto de las medidas COVID y de las medidas tomadas para luchar contra la posterior recesión COVID. Un dinero que curiosamente, nótese la ironía, jamás llega a la economía real, al conjunto de la gente o a la pequeña y mediana empresa. Y estamos viviendo en ese escenario.

Por ello, en los últimos meses recomendamos a los inversores y a los emprendedores que sean prudentes, que elijan muy bien los sectores en los que invertir y que éstos sean contracíclicos pensando en rentabilizarlos a partir de los 4-5 años. Que si tienen dudas, mejor renta fija o carteras indexadas que inversiones en economía real, la gran perdedora de este ciclo económico. Que tomen precauciones y mantengan cierta liquidez, con esquemas de inversión que se mantengan alejados de potenciales retiradas futuras de financiación estatal. Que no confíen tanto en el consumo interno como en el consumo externo, apoyándose en la capacidad española para la exportación. Que estén al tanto de las regulaciones que vengan de Europa y de las futuras elecciones europeas, que pueden cambiar el escenario radicalmente. Que sus inversiones en la economía financiera sean diversificadas en sectores productivos e incluso en plazas de inversión: distribuidas en varios países e incluso continentes para evitar contagios regionales. Y que han de recordar que las épocas revueltas son el momento adecuado para oportunistas y gente de pensamiento ágil, capaces de encontrar los resquicios del sistema para enriquecerse.

En resumen, que no es buen momento. Que tengan cuidado. Y que revisen otros muchos análisis económicos como éste para tomar sus decisiones de inversión. Porque nadie tiene la bola de cristal.

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