CIS de Tezanos y las elecciones de Madrid 2021.
Tras las elecciones y la campaña electoral en la Comunidad de Madrid, por fin podemos descansar momentáneamente de política. Gracias a Dios, este año nos hemos librado del «mercado de frutas» y de las «cotizaciones de bolsa» que nos llegaban por las cadenas del WhatsApp. Pero aún así hemos tenido una buena ración de marketing político que nos han servido incluso a los que no vivimos allí.
Independientemente de la disputa político – ideológica que ha tenido lugar, me gustaría analizar la vertiente estadística de la campaña. Y los porqués de la controversia existente con el CIS y los resultados que éste arroja desde que el Sr. Tezanos está al mando de la institución. No es por meter fuego, es que quiero comprenderlo.
La Gran Diferencia.
Primero vamos a analizar qué ha pasado realmente. ¿Existe una gran diferencia entre los datos que el CIS del Sr. Tezanos nos ha ido proporcionando y los resultados reales de las elecciones? ¿No es esto un ataque más al CIS por parte de una oposición que quiere desprestigiarlo?
Vamos a analizar los datos que nos ofrecía el CIS en Marzo de 2021 y vamos a comparar con los resultados obtenidos. Son 8 puntos de desviación en el caso de la derecha (en contra) y 6 puntos de desviación en el caso de la izquierda (en su favor). Con un error medio de 3,26 para los 6 principales partidos.
¿De qué se acusa al organismo dirigido por el Sr. Tezanos?
Muy bien, hay un abismo entre lo planteado y lo real. Pero ¿está dentro de lo esperable? ¿No incurren todas las encuestas, CIS de Tezanos incluído, en un error previsible con el que ya se cuenta?. Estas son las principales quejas que se vierten en su contra:
- La metodología: a partir de 2018, el CIS ha variado la metodología que venía utilizando, aduciendo que era válida sólo para sistemas bipartidistas y que la realidad política había cambiado. Es cierto que se cometían errores de bulto con la intención de voto para terceros y cuartos partidos. Pero se cree que esta «optimización» no ha sido más que un cambio destinado ponderar favorablemente las conclusiones que más interesan al poder político.
- Desviación de las diferencias en decimales y los errores muestrales hacia el resultado que quieras beneficiar: si se realiza sistemáticamente y a nivel de submuestras pequeñas, la diferencia final puede ser abultada.
- La presentación bruta de los datos, en lugar de los datos por escaños o diputados. Esto ha hecho que exista la conocida controversia sobre el mal cálculo de los diputados correspondientes a cada formación.
- Críticas al modelo (V108), sobre todo por el posible sobredimensionamiento en la muestra de las áreas, franjas de edad y barrios afines a la ideología que al poder le interese sobrerepresentar.
Hay auténticos estudios sobre la fiabilidad del CIS (recomendamos éste de la Economipedia), que descubren errores que se arrastran históricamente. En particular, existe dificultad para captar el grado de abstención, para estimar los resultados de los partidos pequeños, de los partidos nuevos/emergentes o de aquellos que están en el límite de quedar representados (en el caso de la Comunidad de Madrid, ese límite era el 5% de los votos totales).
Hemos de añadir que sobre el CIS siempre ha sobrevolado la sospecha de la manipulación política. Y, en este sentido, el CIS de Tezanos ha recibido críticas desde todas las formaciones políticas.
Clama al cielo: los sondeos
Pero hay un detalle en toda esta trama que clama al cielo, algo que nos llama la atención y que, bajo nuestro punto de vista, tiene difícil justificación: la desviación existente entre la realidad y los sondeos a pié de urna. Los que llamaron «barómetro flash». Un formato inaugurado en las pasadas elecciones catalanas.
Todos los estadísticos coincidimos en que existe un efecto de reducción de incertidumbre cuanto más nos acercamos a la fecha de la votación. Cuanto más cerca del día de las elecciones se realice el estudio, menor desviación entre los resultados obtenidos y los resultados reales de las elecciones. Y el menor grado de incertidumbre posible se produce el mismo día de las elecciones, en los estudios que todos conocemos como sondeos a pié de urna. Esto se debe a que los electores tienden a tener decidido el voto al acudir al colegio electoral (efecto motivación de compra). También a que existen muchos menos indecisos: todo el pescado está vendido en ese momento y las campañas electorales han hecho su trabajo (y, teóricamente, han finalizado). Muchos de los que te contestaron tu encuesta un mes antes por simple educación o por pasar el rato (o por ligar con el/la encuestador@), ahora han desaparecido del mapa y hay menos distorsiones y sesgos. Además, aunque el votante puede ser reticente a decir la verdad sobre su voto en los sondeos a pié de urna, en escenarios de polarización como el actual, encontramos que el votante convencido exhibe su voto orgulloso del mismo.
Por eso estamos perplejos con la diferencia entre los sondeos que el CIS estaba ofreciendo a horas del cierre de los colegios electorales y los resultados finales. Máxime cuando otros sondeos estaban ya marcando fielmente los resultados. Aquí los resultados del CIS de Tezanos:
En contraposición, mostramos aquí el sondeo que El Confidencial publicaba a las 19:00 horas, realizado por GAD3, frente a los resultados reales obtenidos y vemos que el grado de error es mínimo, dentro de horquillas, y atribuible al ya conocido (e impepinable) error muestral:
Pero… ¿Por qué el CIS de Tezanos ofrece estos datos? Las encuestas como forma de hacer marketing.
Estamos seguros de que nuestros políticos, a nivel interno, se mantienen bien informados y manejan datos de mayor calidad y de fuentes propias. Y que estos datos CIS son cara a la galería y a los medios. Pero… ¿qué rentabilidad obtienen de manipular las encuestas y ofrecer estos resultados al público? No debemos subestimar el poder de la estadística!
- En primer lugar, se logra movilizar a los simpatizantes propios: con encuestas más favorables que lo real, pero no excesivamente, se comunica a nuestros simpatizantes y candidatos que aún hay partido. Se les da moral. No hay que desfallecer, hay que pelear hasta el final para deshacer el desempate.
- Se logra también convencer a indecisos: hay que votar, tienen que ir a votar, aunque tu candidato o el programa de tu partido no te convenza del todo. Porque cada voto cuenta para deshacer el empate que te muestran las encuestas.
- Se despierta el efecto del voto en contra de o el voto del miedo, principal motor del voto en nuestro país: si no acudes a votar, el candidato enemigo, aquel al que desprecias, ganará.
- Se intenta ganar votos a costa de los pequeños de tu bando, usando el argumento del «voto útil»: Como ves en el sondeo, tu partido apenas va a tener representación o su representación va a ser residual. No merece la pena. Vota por nosotros, que estamos en tu lado y no suponemos mucha diferencia al final. Y no tires tu voto a la basura.
- Se condiciona a los posibles aliados. Se le dice al partido rival de mi bando ideológico: «No me machaques tanto. Porque al final me vas a necesitar para sumar contra el verdadero adversario».
- Y al enemigo con desinformación: El efecto en el contrario tampoco se puede subestimar, ya que le hace pensar que a lo mejor su estrategia no está tan bien encaminada, que no van tan bien como parece… y les puede llevar a cometer errores.
Dejamos lo mejor para el final.
La profecía autocumplida.
Los emperadores romanos eran auténticos fanáticos de las profecías. Adoraban ese intento (absurdo) de reducir la incertidumbre, que suponía que un augur «leyera» las entrañas de un animal para saber si iban a ganar tal o cual batalla. Se cuidaban muy mucho de que el ejército o el pueblo, superticiosos como ellos mismos, conociera los buenos augurios. Y ocultaban con precaución los que les resultaban desfavorables.
Sin embargo, estos adictos a las profecías prohibían a su pueblo un tipo de augurio en concreto. Bajo pena de muerte, en la Roma imperial no podías consultar sobre la forma, el día o el lugar de la muerte del emperador vigente o cualquier aspecto relacionado con su sucesión. Porque estos presagios tenían la mala costumbre de cumplirse. Y no se debía a que los arúspices romanos fueran mucho mejores que los actuales: eran unos charlatanes redomados que vivían de la credulidad del pueblo. Nos explicamos.
Los augurios se creían. Estamos hablando de gentes muy supersticiosas en un mundo lleno de fenómenos inexplicables porque no había lo que hoy conocemos como ciencia. Por tanto, un augurio nefasto sobre la vida del emperador tenía dos consecuencias directas: primero, un emperador con los días contados vería cómo sus órdenes eran desacatadas y sus leyes no serían cumplidas. Su poder absoluto dependía del miedo que podía infundir en los demás. Si va morir pronto… ¿para qué obedecerle? Una versión antigua del «pato cojo» estadounidense.
Pero en segundo lugar, un mal augurio daba «alas» a cualquier conspiración o atentado contra su vida. Si eras un posible usurpador y el augur indicaba que ibas a tener éxito en tu intento de asesinato, reunías valor y efectivamente lo llevabas a cabo. En la fecha y lugar que el augur crípticamente te indicaba. Dándole publicidad a la predicción, conseguías incluso más colaboradores entre los descontentos, que tendrían un argumento más para apoyarte. Y las legiones, supersticiosas, se ponían indefectiblemente del lado del que suponían ganador. Aquello que comenzaba siendo una mera curiosidad morbosa terminaba convirtiéndose en un peligroso complot o en una sublevación. Era una profecía autocumplida. Un presagio desencadenaba una serie de acontecimientos que, sugestión y fé ciega mediante, conducían a que realmente se terminara haciendo realidad.
Estos mecanismos son conocidos por cualquier persona que aspire a liderar una masa determinada. Y está también detrás del riesgo que corren los políticos publicando resultados de encuestas como los del CIS de Tezanos, que saben de difícil cumplimiento. Las predicciones condicionan el futuro. Porque somos humanos y somos condicionables.
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