predicciones en los negocios

Buena reflexión histórica, maestro… ¿Y ahora qué? Nuestra prospección futura

Este artículo es continuación del artículo «Revoluciones en la concepción de los negocios y prospección futura«. Lo entenderás mejor si lo lees antes. Te lo recomendamos.

  • Años 2020 y siguientes. ¿Qué ocurrirá ahora? Analistas de mercado y «futurólogos» trabajan sobre la hipótesis del cambio de paradigma. ¿Qué revoluciones en la concepción de los negocios va a haber en esta década? Tenemos los siguientes puntos de partida para ponernos a pensar:
    • Revolución energética: del combustible fósil a las energías renovables. Es obvio que será una transición lenta que nos llevará al menos dos décadas. Pero la sociedad en su conjunto lo apoya, a pesar de que no son fuentes de energía tan limpias como puede parecer en un principio. Y lo más importante, las eléctricas están por la labor, ganándole la partida a gasísticas y petroleras. Incluso Arabia Saudita está invirtiendo en renovables. ¿Cuántos productos, servicios y profesiones aparecerán con este cambio? ¿Cuántos desaparecerán?
    • En algún momento de esta década, China conseguirá pasar a los USA como primera potencia mundial a nivel económico/militar. Y nos terminará imponiendo su hegemonía cultural. Sus modos de vida y de actuación no parecen muy atractivos a ojos occidentales y podemos poner varios ejemplos. En el ámbito de la libertad de expresión, que los asiáticos son capaces de sacrificar a cambio de mayor control gubernamental y seguridad. Otro ejemplo es la privacidad, que es hoy un campo de batalla, pero lo será aún más. A la gente de oriente, provenientes de ámbitos masificados o de regímenes invasivos de la libertad personal, la privacidad no les importa tanto como a nosotros. Un último ejemplo son sus técnicas para conseguir clientes e influencia internacional, que se basan en mostrar una cara amable: la diplomacia de terciopelo o diplomacia «Sugar Daddy» como la llaman nuestros amigos de Visual Politiks. Pero ésta lleva aparejada una realidad oculta con intenciones que son tan mundanas como las del resto: el enriquecimiento, el poder y la explotación. En todo caso: ¿a qué esperamos a dirigir nuestros productos y servicios al mercado asiático? ¿Vamos a ignorar al que será el mayor mercado mundial en esta década? ¿Tenemos nuestras páginas web traducidas, al menos, al mandarín?.
    • El cerebro humano también se mostrará como objetivo de investigación y fuente de conocimiento, debido a los avances científicos que se están produciendo en este campo. Entenderemos cómo pensamos a nivel físico, llevando la química cerebral y la psicología a niveles aún inconcebibles. ¿Podremos curar adicciones? ¿Acabar con enfermedades mentales hoy incurables? ¿Podremos entender los mecanismos que nos llevan a ser como somos? ¿Comprenderemos mejor qué resortes nos mueven a comportarnos según lo hacemos?
    • La inteligencia artificial sustituirá en gran medida a las personas en los puestos de trabajo. Incluido el mío. Porque un algoritmo será capaz de manejar con mayor rapidez y eficacia gran número de variables para desechar y potenciar aquellas más relevantes, discriminando mejor que mi cerebro. Ya los algoritmos trabajan en el mundo bursátil haciendo un trabajo muy similar al mío, analizando mercados. En el ámbito de internet son algo común. Que den el paso a los mercados de a pié de calle es cuestión de tiempo.
    • Los robots protagonizarán los procesos de atención al cliente. Los robots físicos, que ocuparán con eficacia lugares como recepciones de hoteles, clínicas dentales, restaurantes, museos y parques temáticos. Los ingenieros y diseñadores tendrán que seguir trabajando para superar el llamado valle inquietante, ese miedo irracional que tenemos los humanos por aquello que se nos parece pero que no es «nosotros». También sustituirán (ya lo hacen muy bien) los robots informáticos a telefonistas y personal de atención al cliente en remoto, con respuestas basadas en inteligencia artificial, infinito catálogo de respuestas y análisis de emociones expresadas con la voz y utilizando información de bases de datos inagotables.
    • La venta por internet va a ser la gran protagonista. El distanciamiento social es una realidad transitoria, esperamos todos. Pero nos ha hecho ver la comodidad y facilidad de la venta a través de páginas web propias (¿tienes ya tu tienda virtual o vas a seguir esperando?) o de poderosas plataformas tipo Amazon – Alibaba. Aquellas que parten de una posición dominante van a sustituir a los centros comerciales. Pero las tiendas pequeñas tendrán una oportunidad de competir mediante la especialización y el buen servicio a domicilio.
    • El proceso educativo, tal y como lo conocemos hoy, tal y como lo conocí yo, tiene los días contados. Aparecerán funciones y trabajos nuevos. Desaparecerán muchos de los antiguos. Y la educación y el proceso educativo se habrán de adaptar para formar a los empleados del mañana en la flexibilidad y la formación continua en las nuevas técnicas que aparecerán periódicamente. Internet se convertirá en LA HERRAMIENTA de formación. Y las instituciones que se queden ancladas en el pasado de clases presenciales, planes de estudio rígidos y preeminencia de la memorización de contenidos terminarán pasando a la historia. ¿Cómo podrán competir nuestros futuros estudiantes con la hipercompetitiva cultura educativa de los países asiáticos? ¿Estamos avocados a quedar desfasados por nuestra incompetencia técnico/matemática o nuestra incomprensión lectora? ¿Es realmente la reforma Ley Celaa lo que necesitan nuestros estudiantes?
    • El dinero físico tenderá a desaparecer. El dinero de plástico lo sustituirá momentáneamente hasta la llegada al bolsillo de los consumidores de las nuevas formas de dinero basadas en sistemas similares a las criptomonedas de hoy. ¿Será el criptoeuro nuestro futuro, la libra de Facebook o un Bitcoin ampliado? ¿Tendremos adaptadas nuestras tiendas para el cobro y el pago en este tipo de monedas? No lo sabemos. Pero la tendencia al control fiscal agresivo de nuestros gobiernos (arruinados), la seguridad que estos sistemas de criptodivisas lleva aparejada y la búsqueda de estabilidad ante futuras tormentas en los mercados monetarios parece que nos van a condenar a este futuro específico. Aquí una interesante reflexión sobre las criptomonedas por el economista Óscar Vara.
    • Surgirán nuevas sensibilidades y mercados específicos para satisfacerlas. Al igual que hoy hay un mercado vegano, un mercado feminista y un mercado LGTBIQ+… aparecerán mercados para transhumanos, asexuales, geeks, hikikkomoris… todas esas minorías y sensibilidades que hoy son ínfimas por número y que, por eso mismo, no resultan rentables. A nivel global, en el mercado global, suman muchos consumidores. Y aparecida la necesidad, aparecido el mercado y sus proveedores.
    • Teletrabajo. No sé si vendrá para quedarse inmediatamente, pero se ha convertido en una opción viable y cómoda para empresas y trabajadores y ya es la tendencia. Traerá problemas a nivel personal y profesional, pero tendremos que adaptarnos. Podemos imaginar el impacto que tendrá en el nivel de consumo de combustibles, electricidad e internet, vehículos y medios de transporte, uso de restauración a domicilio, mobiliario de trabajo en casa, equipos informáticos, mejoras en redes de comunicación/internet… Creo que tardará todavía un poco en generalizarse, pero el auge de los profesionales independientes o por cuenta ajena frente al trabajo asalariado, la reducción de jornada y de días laborables (¿no lo sabías? quieren que trabajemos 4 días a la semana) y de los micro negocios lo van a terminar por hacer algo común.
    • África. Es un meme entre los analistas de mercados / los economistas mencionar que el futuro está en África. Desde la época de las descolonizaciones, años 60, se habla del gran potencial africano. Y nunca se cumple. La política de bloques de la guerra fría hizo de ese continente un campo de batalla con miles de guerras proxy. Pero parece que ya se están dando las condiciones para que, en esta década y la siguiente, África sustituya a Asia como prometedor mercado emergente y fuente de mano de obra barata. Tendremos que aprender a exportar nuestros productos a África y a deslocalizar nuestros procesos productivos allí. Por volumen de población, no llegarán a alcanzar el tamaño que adquirirá Asia en esta década. Pero crecerán con fuerza y se desarrollarán los países que cuenten con los gobiernos más fuertes, menor corrupción institucional, mejor acceso a materias primas y la población más joven y mejor preparada. China está apostando por África y sustituyendo a las empresas europeas que hasta ahora monopolizaban la producción de alimentos y materias primas. Sólo las tensiones religiosas, un veto claro de China o el acceso tardío a tecnología punta pueden retrasar esa eclosión del continente. En España, y especialmente en Canarias, estamos bien colocados para comerciar con ellos. A ver si podemos aprovecharlo.
    • Población y demografía: este es un aspecto que afecta especialmente a España y otros países europeos como el nuestro (Italia, Portugal y Francia están en una situación parecida a la nuestra, aunque parezca mentira). Nos acercamos a un momento de inflexión en el que nuestra población, ya envejecida, lo será aún más. La esperanza de vida aumenta, a pesar de las pandemias. Los españoles tenemos cada vez menos hijos. Y los españoles que los tienen son de origen extranjero. Muchos jóvenes emigraron durante la crisis de 2008 (2,5 millones hasta 2019) y otros tantos tendrán que hacerlo tras la pandemia, porque España se recuperará más lentamente que el resto de Europa. Para 2100, a este ritmo de nacimientos, seremos 35 millones de españoles (10 millones menos que ahora), con la mitad de la población mayor de 65 años y gran presencia de españoles con padres foráneos: hispanoamericanos y norteafricanos sobre todo, pero también del África subsahariana y de Europa del Este (menos). Muchos europeos seleccionan España como lugar idóneo para pasar su retiro y vejez, por lo que habrá inmigración del Norte de Europa de personas mayores necesitadas de cuidados. Nuestra cultura cambiará, se internacionalizará y desnaturalizará. En algunas ocasiones el cambio será a mejor. Y en otras, a peor. Pero será diferente. Nuestra alimentación, los productos que consumimos, los hábitos de trabajo e incluso la religión. Se perderán costumbres, sobre todo aquellas tradicionales relacionadas con el campo, la religión católica y la agricultura. Porque, además, la población se concentrará más y más en las ciudades y en centros de población grandes. Y los teletrabajadores que se desplazan al pueblo para abaratar costes querrán cultivar su huerto, pero no tienen intención de volver a cultivar el campo del abuelo para vivir de él.
    • A todos estos puntos añado uno adicional un poco extraño: el desencanto y la pérdida de confianza generalizada en las instituciones públicas. En los estudios que hacemos notamos cierta pérdida de ilusión y desencanto. Éste se expresa en ocasiones contra el mundo capitalista occidental. En otras ocasiones, el desencanto es con las organizaciones supranacionales o nacionales que hasta ahora tenían la vitola de ser referentes o autoridades como la Unión Europea (auge de los nacionalismos identitarios). En otras ocasiones, es el sistema de partidos, los propios partidos políticos o los políticos como individuos los que aglutinan las iras. El sistema sanitario, la policía, los gobiernos regionales y locales, el sistema educativo… todo ha quedado desprestigiado por la respuesta deficiente y tardía que se ha dado frente a la pandemia y las medidas tomadas durante este último año por el Gobierno de España. Nunca hasta ahora había constatado un nivel de incredulidad y desconfianza tan alto frente a las autoridades. Surgirán por tanto nuevas ideas y nuevos debates. Nuevas formas de concebir la relación ciudadano – Estado. Se abrirá un mercado de las ideas, donde el consumidor tendrá oportunidad de replantearse sus convicciones y encontrar aquello que más se acerque a sus necesidades.

Quizás dentro de 10 años volveré a este artículo y me reiré de todas estas tonterías. O quizás no.

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Estos son los apuntes que me hago a mí mismo en este momento de incertidumbre. Es mi prospección futura para esta década. Me dejo otros muchos puntos disruptivos, como la exploración espacial y la astrominería, los cambios en el modo de consumir contenidos asociados al cambio a 5G, los nuevos materiales revolucionarios (jejeje, ¿llegará el momento del grafeno algún día?), la masiva sustitución de los dispositivos físicos por la nube (el internet de las cosas que dicen los pedantes), la biónica – biorobótica, la posible evolución política en España e Hispanoamérica, etc, etc… Como ven, los analistas de mercados tendremos los días contados, así como otros muchos otros puestos de trabajo. En Eureka! tendremos que reconvertirnos, a nuestra pequeña escala y como lo están haciendo todos. Adaptarnos y dar pasos para que el cambio no nos pille despistados.